Noelia Marzol: “Lo mejor que hago en la vida es bailar”

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Noelia Marzol se entrevistó con Editorial Acción para la edición de mayo de revista Expertas del Supermercado DIA. Nos contó de su infancia y cómo conoció la danza de rebote y se enamoró. También sobre lo exigente que es con su oficio y que no lo siente como una carga. Adicta a la tecnología, posó contenta con la nueva app de DIA.

“Grabo todas las funciones y corrijo hasta el detalle más ínfimo”

En la ceremonia en la Fundación Bolsa de Comercio de Buenos Aires transcurría por los carriles habituales: los egresados con mejores promedios pasaban uno a uno a recibir su medalla y diploma. Cuando le llegó el turno a Noelia, sonrió al tomar su diploma y agradeció la beca ofrecida, pero aclaró que no la utilizaría: ya sabía que su vida estaría lejos de allí y que el arte sería su lugar.
“Mi papá se quería matar. Vi de lejos cómo se le transformó la cara. Me quería matar. No nos hablamos durante años, se enojó mucho. Pero todo pasa, y con el tiempo fue entendiendo. En realidad, recién ahora diría que terminó de aceptar que esto es una pasión muy fuerte para mí”.

“No planifico demasiado los trabajos, sino que me dejo llevar por las ofertas que tengo en cada momento.”

¿Cómo hiciste para bancar tu decisión?

Es que todo esto para mí era muy natural. Mis papás me educaron diciéndome que tenía que hacer lo que me apasionara, porque a la larga es la única manera de poder sostenerlo y hacerlo bien. Yo nunca dudé en hacer otra cosa por dejarlos felices a ellos.

El acercamiento a la danza fue fortuito: “Yo era hiperactiva, así que mi mamá me llevó al club para que eligiera sí o sí alguna actividad”, confiesa sonriente. Puesta a elegir, por descarte y sin mucho entusiasmo, se inclinó por la natación. Saliendo del club, vio a un grupo de nenas que comenzaban con una clase de gimnasia rítmica y el deseo de ser parte de eso fue inmediato. Tenía cuatro años y, desde ese momento hasta los diecisiete, entrenó y bailó (usó la danza como complemento de la gimnasia) cuatro horas diarias. Compitió en la selección de gimnasia rítmica y fue subcampeona nacional.

“Todo esto me encantó de entrada. Soy naturalmente competitiva, entonces ya de chica quería ser la que mejor hiciera los saltos”.

En un momento elegís la rama más artística por sobre la deportiva, ¿por qué?

Más que nada se dio porque lo deportivo tiene mucha más demanda física y, a medida que crecés, no das abasto. Por la gimnasia tengo lordosis y escoliosis, tengo la última vértebra pegada a la cadera. Entonces, la carrera deportiva generalmente es muy corta. Traté de extenderla lo más que pude, pero teniendo que trabajar y estudiar era imposible dedicarle tanta cantidad de horas. Fui por el lado que más relación tenía con eso deportivo que me gustaba, y elegí la danza.

Su ingreso al mundo del espectáculo no fue todo lo placentero que esperaba, ya que en el teatro de revista, notó que la competencia era feroz; y los “reglamentos”, poco claros. Cuando estaba comenzando a sufrir la situación, apareció un casting para un nuevo programa de Marley al que se presentó.

Tenía 18 años, me fui de Mar del Plata a Buenos Aires para probarme en el casting y fue buenísimo. Entré y me trabé o algo así, Marley se empezó a morir de risa y me dijo “listo, sos vos, quiero que seas mi coequiper”. Estuvo bueno. Nunca planifiqué nada, y ese fue el paso para hacer algo televisivo. Recién ahí la gente me empezó a reconocer.

Junto a Marley, con quien forjó una amistad, trabajó en 3, 2, 1, ¡a ganar!, Minuto para ganar, La nave de Marley y Celebrity Splash (donde fue participante). Apoyada en esa popularidad conseguida, saltó a la conducción de Hiperconectados, en la medianoche de Telefe, y se abrió camino en la actuación: estuvo en la tira Señores papis, las películas Igualita a mí y Perdidos en el Zoo, y la obra Más respeto que soy tu madre 2, junto a Antonio Gasalla. Hoy integra el elenco del espectáculo Bien Argentino, con el que se encuentra de gira por todo el país y cuyo cuadro le valió el premio Carlos a Mejor Bailarina.