Diego Torres: Un romántico incurable

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Es uno de los músicos más importantes de Latinoamérica. Desde muy chico conoció el mundo del espectáculo y creció rodeado de artistas. Se hizo conocido primero como actor, aunque la música siempre estuvo ligada a su vida. Diego Torres es un artista destinado al éxito, por eso Editorial Acción mantuvo con él un mano a mano exclusivo para las páginas de Expertas, edición 50.

«Me sigo encontrando tanto con amigos del primario como del secundario, y eso es lo más lindo que me dejó la vida»

Si hay algo que le sobra a Diego Torres es carisma. Pero no solo así podemos definirlo: es espontáneo, tiene mucha energía, la chispa justa, el comentario acertado, la buena onda necesaria y la empatía suficiente para conectar enseguida con quien tiene enfrente. Este artista, que está a punto de cumplir 30 años desde su primera aparición en la película El profesor punk, con Jorge Porcel, tiene ese tipo de personalidad especial que atrae y seduce. El chico de pelo largo y sonrisa pícara fue forjándose una carrera que muy pocos creían posible. Hace más de dos décadas que viene enamorando con su música a distintas generaciones, y en ese camino no solo conquistó América Latina, sino que también desplegó su talento en Europa y Norteamérica. Tiene vendidos millones de discos y se llevó todos los premios que se inventaron para reconocer a los músicos. Cada tanto, nos regala la posibilidad de verlo actuar en películas o en la televisión. El joven irreverente le dio paso al hombre de familia que le grita al que quiera oír que está enamorado de su mujer, Débora Bello, y que Nina, su pequeña hija, es el amor de su vida.

«Argentina es mi lugar. Aunque por motivos laborales ahora me haya establecido afuera, siempre me gusta volver»

¿Cuáles son tus primeros recuerdos ligados al mundo artístico?

Desde siempre en casa hubo música, artistas, actores. Mis domingos eran con la familia y siempre había amigos de mis padres, como Mercedes Sosa o Ariel Ramírez. Mis hermanos cantan ‒y cantaban en ese momento‒, una de mis hermanas es bailarina, la otra es cantante y actriz. Nací en medio de ese entorno y siempre me pareció muy habitual.

Hay un viaje a Nueva York que fue clave en tu historia, cuando te faltaba muy poco para terminar la escuela secundaria. ¿Qué recordás de esa época?

Fue una época genial. Me fui a visitar a mi hermano mayor, que vivía allá. Llegué y estuve unos días paseando, estaba de vacaciones, me levantaba tarde, había terminado el colegio. Hasta que la pareja de mi hermano, que vivía con él, me puso los puntos y me consiguió trabajo de mozo en un restaurant francés. Tengo los mejores recuerdos, vi recitales increíbles que no me voy a olvidar nunca, como el de Michael Jackson, entre otros.

Durante esos años fuiste un poco “revoltoso”. ¿Qué te quedó de esa etapa?

Yo creo que tiene que ver con la etapa del colegio secundario y fue una época muy divertida, en la que me hice muchos amigos, me divertí mucho y de la que me quedaron amigos muy importantes a los que hoy sigo viendo. Me sigo encontrando tanto con amigos del primario como del secundario, y eso es lo más lindo que me dejó la vida: los amigos del colegio, del club, del deporte, tanto del fútbol como del rubgy. Los amigos… creo que es lo mejor que me ha dado.

¿Qué fue lo que te hizo decidirte más por cantar que por actuar? Empezaste casi al mismo tiempo las dos cosas…

En realidad, nunca me tuve que decidir por ninguna. Ambas profesiones están ‒y seguirán estando‒ en mí siempre. Fueron circunstancias las que por momentos hicieron que una de las dos profesiones quedara en pausa. Desde chico hice castings, y quedé en películas y en algunas tiras de televisión (en ese momento, tenía una banda llamada La Marca). Luego vino La Banda del Golden Rocket, un revuelo increíble. La banda se disolvió y yo quería salir a cantar, y para eso, literalmente, salí. Recorrí todo el país. La gente me conocía de la tele, pero yo quería que supieran que, además de actuar, tenía mis canciones. Posiblemente hubiera sido más fácil seguir con la televisión, pero quise elegir el camino del trabajo. Siempre la actuación está en mí, me gusta dejar la música en pausa para hacer una película, una novela o alguna participación. Siempre leo los guiones que me alcanzan. Soy actor y me siento así. Al igual que músico y cantante.

¿Qué es lo que más extrañás cuando no estás en Argentina?

Los amigos, el resto de la familia, mi perro. Argentina es mi lugar. Aunque por motivos laborales ahora me haya establecido afuera, siempre me gusta volver.

Tenés editados una decena de discos; el primero de ellos, hace 25 años. ¿Cuáles son los mayores cambios que notás entre Diego Torres y el último, Buena vida?

Todos los discos tienen el sello Diego Torres. Yo estoy atrás de todo y está mi impronta. Sin duda, desde el primero hasta el último está plasmado el camino recorrido. La experiencia vivida, los colegas con los que me crucé en estos años, la enseñanza… En fin, la vida misma.

Buena vida es el primero que lanzaste después de haber sido padre. ¿Tuvo algún sabor especial?

Sí, toda mi vida cambió. Con la llegada de Nina conseguí una madurez, una paz interna. Y por eso creo que ese disco se tenía que llamar Buena vida. Hay además una canción que se llama “Aquí estoy yo”, que es para ella. Es el ida y vuelta de un padre a un hijo y esa conexión que hace que cada uno esté para el otro. Aquí está Nina para mí y yo para ella.

¿De dónde sacás la inspiración para componer o para buscar la temática de los proyectos musicales?

De todos lados. De algo que me hizo bien, de algo que me hizo enojar. De la vida misma. No tengo un patrón, hay veces que empiezo por la música y luego le pongo la letra; y otras, es al revés.