Natalie Perez: “Vine a este mundo a contar historias”

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Por Juan Martínez Fotos: Nico Pérez
Tanto a los 10 años como a los 33, el arte es su medio de expresión. En el último año y medio consiguió poner en marcha el viejo sueño de cantar, sin resignar terreno en la actuación. Series, películas, discos y shows en vivo, todo está en su horizonte cercano.

«Me flashea presentar las canciones en vivo y que la gente las cante»

¿Con qué te encontraste en estas experiencias de discos, giras y shows?
Fue muy placentero, muy gratificante. Fueron nuevas experiencias. Me subí a un montón de escenarios, muchos más de los que tenía pensados: Gran Rex, Luna Park, Colón, el Foro Sol en México… Lugares muy emblemáticos y épicos para una chica que recién está arrancando. Es un desafío. Es todo nuevo y, como todo lo nuevo, siempre tiene esa cosa de deseo, de magia. Todo es una sorpresa y estoy recontenta.

¿Y ahora que se pone en marcha un segundo disco, seguís en estado de sorpresa?
Sí, imaginate. Para mí, hasta los cinco años cuenta como algo nuevo. Cuando alguien empieza un proyecto, siempre está muy entusiasmado, con muchos deseos. Y uno se equivoca en el camino, pero lo bueno es aprender de esos errores. Así que este disco viene con un poco más de presión, porque sé lo que sucede y lo que quiero cambiar, y cómo me gustaría cambiarlo, poniendo la vara un poquito más alta.

En la previa del primer disco decías que no te considerás música, ¿sigue siendo así?
Cuando digo eso, mis amigos me retan. A lo que me refiero es a que no me recibí en un conservatorio. Hay quienes estudian diez años para ser músicos, como Nicolás Cotton y Mateo Rodo, que me ayudaron a hacer todo esto. Por supuesto que cantar, tocar un instrumento y componer melodías ya me transforma en una música de oficio. De a poco me voy haciendo más la idea de eso que soy.

¿Qué fue lo que más te flasheó de todo este proceso?
Presentar las canciones en vivo y que la gente las cante. O que alguien se pueda identificar con esa historia que vos escribiste, que te pasó a vos, eso es lo más genial. A mí me sucede siempre con otros artistas: “Esta canción me la escribió para mí”, pienso, o “¿Cómo no se me ocurrió ese tema?”. Eso es loco.

¿Tuviste que armarte un personaje para el escenario?
No, justamente no me armé ningún personaje para cantar. Si no, seguiría dedicándome solamente a la actuación y cantando a través de una máscara. Acá, la idea y mi deseo es hablar desde mí y contar mis historias. Y creo que es casi imposible tener un personaje. Nunca preparé nada, siempre voy y soy yo ahí arriba. Divirtiéndome y contando y cantando mis historias. No hay personaje.

¿Fue muy distinto subirse a un escenario ya sin un personaje como escudo?
Desde que tengo diez años, me subí a muchos escenarios, y siempre lo que me daba más miedo era eso, no tener ningún personaje que me protegiera. Por eso no quería cantar. Pero fue mucho más simple de lo que pensaba: no hay nada más fácil que ser uno mismo, entonces ya está. Por ahí, los primeros cinco minutos decía “¿Qué hago acá?”. Después, ya está, uno fluye. Porque te gusta, porque te apasiona, porque te encanta lo que estás haciendo. Porque no estoy diciendo nada que alguien me dijo que tenía que decir, estoy diciendo y siendo lo que quiero, lo que me gusta. Así que nada de personajes ni de dificultad ante la falta de máscara.

¿Cuánto condiciona la mirada externa?
La mirada del otro condiciona un montón, no solo en el arte, sino también en la vida. Lo bueno, por ejemplo, de una novela, es que cuando el otro me va a condicionar, yo ya lo hice. No tengo posibilidad de volver atrás, porque ya está todo grabado. Pero siempre está bueno para aprender. Todas las críticas, tanto buenas como malas, sirven para corregir. Es importante la mirada del otro para mí. Le doy bola.

¿Qué es lo que más te gusta de tu laburo?
Siempre es distinto, nunca es exactamente igual. Componer nuevos personajes, ponerme en la piel de otras personas, contar historias. Un poco lo que disfruto desde que tengo diez años. Parece que no han cambiado mucho los gustos: encontrarme con grandes artistas, aprender de ellos. Es mi vocación, mi oficio. Lo que aprendí a hacer.