Es profesora de personas con discapacidad mental y social, psicodramatista y actriz. Con actores con y sin discapacidad formó la compañía teatral Oveja Negra.
«A nosotros nos convoca la palabra, la causa; somos militantes de la diversidad»
Gisela Amarillo tiene unos ojos claros potentes y un anillo en su mano izquierda con las dos máscaras del teatro, una que ríe –la comedia– y otra que llora –el drama–. Es una declaración de su propia esencia. Desde hace 27 años, trabaja en educación especial y, los últimos 15 se abocó al arte y la diversidad. En 2013 creó la compañía teatral Oveja Negra, conformada por un grupo de exalumnos suyos de la escuela especial Portal del Sol, de Tapiales (La Matanza), y personas sin discapacidad afines al teatro. Nada de eso la convierte en “especial”, “heroína”, o “con un corazón de oro”, como suele escuchar que le dicen cuando ella cuenta a lo que se dedica. “No tengo ‘el cielo ganado’ ni nada de todo eso. Soy una fallida total, soy muy oveja negra –se ríe–. Creo que, en parte, poner en el altar a quienes trabajamos con personas con discapacidad es una forma de desentenderse del tema y no, este es un tema de todos”.
Desde agosto presentan su segunda obra, Dejame tu CV que te llamamos. Allí se meten en el mundo del trabajo y describen con humor situaciones de la vida cotidiana para poner en evidencia aspectos como el poder, la desigualdad social, la alienación, el incumplimiento de los derechos, la xenofobia, la discriminación, el autoritarismo y la opresión. Tanto el vestuario como el libro son una creación conjunta de Oveja Negra. “Lo más difícil fue fusionar el grupo con exalumnos, estudiantes de actuación y aficionados al teatro. La apuesta es a la diversidad por la diversidad. Lo que nos convoca a hacer obras, más allá de la discapacidad, es hacer teatro. Proponemos la experiencia de revisar los prejuicios, ampliar nuestra mirada y atrevernos a pensar otro mundo posible”, explica.
Andamiaje
La apuesta fue salir del encuadre escolar de mucha contención para profesionalizarse y hacerse un lugar dentro del circuito off. Eso implica organizarse, ponerse de acuerdo, buscar nuevas estrategias todo el tiempo. “Es un desafío que alguien no alfabetizado, por ejemplo, pueda adquirir los procesos teatrales y recordar un texto. Entonces es a partir de la repetición, del ensayo y del error, de que los otros sean el andamiaje para que ese aprendizaje finalmente se termine dando”.
Como todos los de la compañía trabajan o tienen más actividades que les ocupan la semana –en el caso de Gisela, es docente y se divide en otros tres puestos–, se juntan a ensayar cada domingo durante cinco horas en el garaje de una de las actrices. A la obra que está hoy en cartel le dedicaron un año y medio. “Es un contrato de confianza, de buena voluntad, no falta nadie, hay un clima de trabajo y de responsabilidad increíble. Ponemos dinero entre todos, y si ganamos, repartimos en partes iguales. A nosotros nos convoca la palabra, la causa; somos militantes de la diversidad. Tengo mucha admiración por mis actores –dice y se emociona–, porque pienso que están al pie del cañón los domingos, y si bien eso tiene un montón de beneficios en cada uno, también implica mucho esfuerzo de ellos y de sus familias, que son una parte vital de la compañía”.
Derribar prejuicios
Gisela reconoce que tuvo que cambiar de paradigma, porque a los 20 años pensaba que iba a cambiarles el mundo a sus alumnos, a darles una mejor vida, todo desde una mirada asimétrica. “Después entendí que no, tuve que aprender un montón de cosas. Por suerte, se modificó la forma en la que yo estudié la discapacidad pero, aunque ahora todo es políticamente correcto, a la hora de contratar a un actor con discapacidad, por ejemplo, pasa algo similar al título de la obra: ‘Dejame el cv y te llamo’”. La inclusión y la diversidad son conceptos que se instalaron en la sociedad, pero Gisela no ve materializado ese discurso en cosas concretas. Se le hace difícil desde conseguir una sala hasta obtener algún subsidio o sponsor para cubrir los gastos y tener una ganancia. “No porque sean personas con discapacidad este es un hecho solidario o del orden de lo meramente emocional. Lo que hacemos es un hecho artístico”, sostiene.
¿Qué puede hacer quien lee esta nota?
Dejar los prejuicios de lado, ir a verlos y contarles después qué le pareció la propuesta. “También es importante que, cuando se encuentren con una persona con discapacidad, no escapen a esa realidad, que pregunten, que pidan ayuda, que se asesoren; todos somos parte. Nadie llega solo a ningún lado, el que llega, llega con otro –concluye-. Siempre decimos que con Oveja Negra queremos contar lo que no se cuenta y ser la voz de los que no la tienen”.
Dejame tu CV que te llamamos se presenta en Sigue la Polilla (Castro Barros 874, Boedo). La obra anterior, Indiscriminadamente discriminados, fue declarada de Interés por la Cámara de Diputados de la Nación.