Comenzó su carrera cuando tenía 16 años y nunca más paró. Es modelo, actriz, conductora, panelista; no hay ningún trabajo que se le resista. Su perfil bajo y tenacidad la ayudaron a surfear el ambiente del espectáculo como pocos pudieron hacerlo. Hablamos con Adriana Salgueiro, espontaneidad y carisma al servicio del entretenimiento.
«A mí nunca me volvió loca el ego»
Te descubren a los 16 años en un boliche y te proponen hacer unas fotos. ¿Alguna vez se te había pasado por la cabeza modelar o algo por el estilo?
Jamás en la vida. Era muy chica y lo único que tenía en la cabeza era estudiar en la escuela y el día de mañana ser médica. No leía las revistas ni veía la televisión fantaseando ser famosa o algo de eso. La productora que me descubrió se llamaba María Miguens. Nunca le agradecí lo suficiente por esa oportunidad que me dio, y se me acercó diciéndome que trabajaba para la revista Gente. Me propuso hacer la tapa. En ese momento, la publicación se caracterizaba por poner en tapa chicas que no eran conocidas.
¿Qué repercusión te trajo la tapa de Gente?
Al día siguiente que salió la revista, me llamaron para hacer mi primer comercial. Fue de unas cortinas para una gráfica de diario. Se me veía la mitad de la cara solamente. Muy gracioso. Ahí conocí al fotógrafo que me empezó a llamar para las producciones de moda y otras cosas y nunca más paré de trabajar.
¿En qué momento pensaste en que la cosa se estaba poniendo seria y podías hacer una carrera de todo eso?
Nunca (risas). Soy taurina y le doy para adelante. En el año 1975, y no sé por qué, me presenté en el concurso Miss Televisión, el cual gané, y después me llamaron para Miss Argentina. Y la verdad es que me daba fiaca y no quería saber nada. Me insistieron un poco y acepté. Tuve suerte y gané, y de ahí me fui a Inglaterra a representar al país. No tenía idea de lo importante que era, más allá del tema de la belleza. Sos una especie de embajadora de tu país y no me prepararon para eso. En ese sentido, fue horrible. Como experiencia fue buenísima, pero fue muy dura porque era mucho más serio de lo que se suponía.
¿Cuándo hacés el paso a actriz?
En 1978 me llaman para trabajar en El loco Chávez, haciendo el papel de Pampita. Había algo ahí, porque, desde chiquitita, en todas las obras infantiles que se hacían en el colegio, ya sean patrias o recreativas, siempre actuaba y era la protagonista. Eso quiere decir que algo adentro había. Cuando me llamaron para hacer ese programa, dije: “Esto es lo mío”. Ahí comencé a sentir que esa era mi verdadera vocación.
¿Habías estudiado teatro, actuación o algo?
Mucho tiempo más tarde, después de haber trabajado varios años en el medio, hice algunos seminarios.
Sentís que aprendiste mucho con alguna de las personas con las que actuaste?
Sería injusto si dijera que con alguien aprendí más, porque todos algo me enseñaron. Con algunos aprendí profesionalmente y con otros aprendí humanamente. La humildad de los grandes es increíble. Eso sí lo aprendí de todos. Siempre fui muy esponja y estaba muy atenta a lo que ellos o ellas hacían. Además, prestaba mucha atención y les daba mucha bola a los directores sobre lo que pretendían de mí, más allá de lo estético. Siempre traté de dar lo mejor como actriz para seguir creciendo, no ser solamente una cara bonita.
El convulsionado mundo del espectáculo lo surfeaste de manera impecable. ¿Cómo hiciste para escaparle a las polémicas?
Fue todo tan natural para mí. Yo siempre fui Adriana, no Adriana Salgueiro. Eso era solo para el trabajo. Nunca me la creí, ni en mí época de gloria, que la tuve en las décadas del 80 y 90, ni aún en los peores momentos. Nunca se me cayeron los anillos por trabajar. No creo en los papeles chicos, creo que hay actores chicos.
Alguna vez dijiste una gran frase que era algo así: “Tenía la opción de apuntar alto o lejos y decidí ir por lo segundo”.
Tal cual. Ese siempre ha sido mi lema, mirar más allá. Además, tratar siempre de tener el ego tranquilo. A mí nunca me volvió loca el ego. Siempre creí que lo mejor era ser yo misma. Nunca me mareé.
Este año tuviste un accidente que se complicó bastante y estuviste al borde de la muerte. ¿Sentís que cambió algo después de esa experiencia?
Siento que soy exactamente la misma que antes que eso me pasara, pero le encuentro otro valor a la vida después del accidente. Cuando estás tan cerca de la muerte, hay como un llamado de atención muy grande. Ahora también siento la obligación de disfrutar un poco más, de ser agradecida y de transmitir todo esto que a mí me pasa a la gente que por ahí no está bien. Poder ayudarla de alguna manera. Hago todo lo que puedo por ser solidaria.
Contanos cuáles son tus próximos proyectos
El 2 de enero arrancamos de nuevo con Atrapalo si podés, en el teatro La Casona, con Hernán Figueroa, Gaby Almirón, Ana Moreno, Leandro Orowitz y dirección y producción de Aldo Funes. Y sigo como panelista en Confrontados, que va de lunes a viernes, de 15:00 a 16:00, por Canal 9. Me divierte mucho este nuevo rol. Es algo diferente.