Belén Murphy Figueroa dirige la ONG Mediapila, que capacita en costura a mujeres para que puedan insertarse laboralmente y generar sus propios negocios.
«Nadie empodera a nadie pero, a su vez, nadie lo hace sola, es un trabajo en equipo»
Cuando Belén Murphy Figueroa estaba en la escuela secundaria, fueron a darle una charla sobre una organización llamada Mediapila, que generaba trabajo para cooperativas textiles armadas con mujeres de escasos recursos y que confeccionaban remeras para solventarse.
No lo supo entonces, pero ese fue el primer encuentro con su destino.
A fines de 2010, empezó a trabajar en el desarrollo de fondos, la coordinación del equipo de venta y la comunicación de la ONG.
Tres años después, entró a trabajar en la Secretaría de Hábitat e Inclusión Social, en el barrio de Soldati. Ahí estuvo haciendo un trabajo territorial con una población de mujeres muy similar a la que atendía Mediapila y aprendió herramientas fundamentales que aplicó luego, cuando volvió a la fundación, a principios de 2015. El director de entonces estaba por irse y la comisión directiva de Mediapila le propuso a Belén ocupar ese puesto. “¡Lo mío fue un sí de cabeza! Tenía muchas ganas y veía un potencial enorme. Tuve la seguridad de que ese era mi lugar y me sentí muy agradecida de que me dieran la oportunidad de transformar las cosas. Lo que traía de la secretaría me sirvió para modificar el programa de intervención y diseñar el que tenemos ahora”, relata. Hoy proponen un abordaje integral que contempla tanto la capacitación técnica como el crecimiento personal. Tal es el caso de una mujer boliviana, de 45 años, que no sabe leer ni escribir y que toda su vida había hecho trabajos de fuerza. El año pasado hizo un curso de costura en Mediapila y hace unas semanas apareció en la fundación con una sonrisa de oreja a oreja y una torta enorme: quería celebrar con sus compañeras que había conseguido trabajo como overlockista. “La clave para acompañar el crecimiento de las mujeres es que se den cuenta de que no están solas. Nadie empodera a nadie pero, a su vez, nadie lo hace sola, es un trabajo en equipo que, al mismo tiempo, tiene que hacer cada persona; y además cada una tiene su propio proceso y su recorrido”. Por eso, el foco es la capacitación textil y el emprendimiento, para que lleguen a formar sus propios negocios; el primer paso es lograr en ellas la certeza de que pueden desarrollar un plan de vida más allá de ser madres, esposas o hijas.
“Culturalmente, están acostumbradas a ser grandes cuidadoras del resto. Es maravilloso que, a poco de comenzar con los talleres, se dan cuenta de la enorme capacidad creativa que tienen”. A la capacitación, se agrega un programa de acompañamiento para reforzar el proceso de desarrollo personal y empoderamiento, y el programa de asistencia general, donde les dan herramientas para resolver cuestiones cotidianas, como trámites o guías para realizar reclamos. Desde el año pasado, a la sede que tienen en Villa Crespo, se agregaron otros centros, en el Barrio 31, la villa 1.11.14, Soldati y Lugano. Así, hay cerca de 200 mujeres directamente beneficiadas.
“Estás un minuto con el grupo y todos los problemas se te van, ponés las cosas en perspectiva, ves que hay realidades muy distintas y que, aun en esas realidades, hay personas que encuentran la alegría y la felicidad. Entonces una, que tuvo todo, cómo no va a ser agradecida. Vivo rodeada de tantos ejemplos de superación de mujeres que admiro un montón que sería un desperdicio que no los trasladara a mi vida cotidiana y a mi forma de ser. Es un aprendizaje constante; acompañar el empoderamiento es transformador para ambas partes”, celebra.
REC
Ayudar ayuda
Mediapila necesita sumar gente que done $100 al mes (www.mediapila.org.ar). Con ese aporte se compran máquinas, telas, hilos y todo lo necesario para que las alumnas reciban una educación de calidad.