Nacho Viale: “No me interesa el qué dirán”

2103

A sus 38 años, el productor se siente en estado de madurez personal y profesional, y aprendió a lidiar con la mirada ajena. Ansioso e hiperconectado, busca parar la pelota para que la rutina no lo devore.

«No soy una persona aferrada al éxito laboral para ser feliz»

¿Te sentís más artista o empresario?
Empresario. No tengo la informalidad artística. Antes quizá era más creativo, pero llevar adelante una productora en la Argentina te hace un poco ser más empresario. Es complicado. A veces me gustaría no ocuparme de ciertas cosas de las que me ocupo todos los días, porque no me dejan enfocarme, pero la realidad y la rutina te conducen a eso. Mi socio también es mucho más creativo que yo, y hay todo un equipo de trabajo dando vueltas. También debés contar con un poco de olfato, y eso lo tengo. Soy una persona super abierta, me gusta trabajar con gente, en equipo. No quiero todo el pescado para mí solo.

¿Qué te gusta de la producción?
La adrenalina. La que te da un programa en vivo, y también la de crear una historia. Laburás para hacer un éxito, y cuando hacés algo, creés que a todo el mundo le va a gustar, pero la adrenalina está porque en realidad no sabés cómo lo va a tomar la gente, si interpretaste bien el momento, si lograste un producto que entretenga. Porque la televisión es eso: entretener. También informa, ayuda y ancla ciertos conceptos, pero no desde la cima de una pirámide educativa. Ni cerca de eso. Es entretenimiento.

Hiperconectado

“Llego a mi casa y prendo la tele. Me duermo viendo tele y apenas me levanto, sigo viendo tele”, afirma Nacho, quien también se reconoce como un “adicto” a su teléfono celular (no para de recibir mensajes durante la producción de fotos y la entrevista), al que solo deja descansar durante esta charla. Suscripto a una aplicación que cada día le entrega todos los diarios en formato digital, permanentemente bucea en busca de información, entretenimiento, inspiración y conexiones. Se desenchufa durante varias horas seguidas una vez al año: cuando se toma una semana para esquiar.

Entre todas esas búsquedas, ¿te googleás a vos mismo?
Cero. No me interesa el qué dirán. No me preocupa ni es algo que me desvele. Me interesa que me conozcan diez personas. Mi familia ya me conoce, y mis amigos cercanos, también. Todo el resto, no me importa. Nada: ninguna etiqueta, ningún título superficial. No me interesan los buenos ni los malos, no es que mire si hablan bien. No tengo ese ego de estar atrás del qué dirán. Me resbala bastante.

¿Hubo una época en la que la fama te enojaba?
Sí, pero creo que fue un proceso de maduración personal. No es fácil cuando sos más chico y estás expuesto sin haber tomado una decisión. Todos vamos evolucionando, y cambió mi comportamiento. Hay cosas que sigo sin compartir, pero mi reacción es otra. Ahora mi postura es tomarme la vida sin que me importe lo que opinen los demás.

¿Qué objetivos tenés por delante?
No soy una persona aferrada al éxito laboral para ser feliz. Prefiero ser una persona feliz y después ver si tengo éxito laboral. Cuando me esté yendo de este mundo, quiero poder mirar para atrás y decir “Fui alguien de bien, la pasé bien, me divertí y fui responsable”. Con aciertos y errores, quiero que la evaluación sea esa. Ser buena persona es mi objetivo. Creo que uno es más o menos rico de acuerdo con cuántas a la cantidad de bananas que quiere tener en su canasta. Por ahí, vos querés tener diez y yo veinte. Me refiero a la cantidad de prioridades: vos podés querer plata, éxito laboral, una pareja, prestigio y muchas cosas más. Si te pasás la vida tratando de conseguir veinte cosas diferentes para ser feliz, no vas a llegar más y te podés convertir en una persona infeliz. Ojalá que, para llenar mi canasta, no me ponga inconscientemente un objetivo tan alto, para poder ser una persona feliz y de bien.