Su familia está ligada al espectáculo hace dos generaciones. Desde muy chica, siempre tuvo en claro que quería ser actriz y también que quería ser mamá. Su decisión de ser madre soltera realizando un tratamiento de fertilización asistida generó bastante polémica. Hoy se convirtió en una de las referentes en lo que respecta a la maternidad. Hablamos con Juana Repetto, una mujer de convicción.
“Los que entramos por la puerta más “fácil”, después se te hace más complicado porque no se sabe qué tan buen actor sos”
Juana Repetto cumplió 30 años hace unos meses. Vaya uno a saber cómo la hija de Reina Reech y Nicolás Repetto, esa hermosa nena poseedora de unos ojos claros y cristalinos, creció. De la noche a la mañana, se convirtió en mamá y no solo eso, además, tiene su propia página web especializada en el tema. La sensación es fuerte, y gran parte tiene que ver con que, desde que nació, la fama la acompañó y fuimos viendo año a año cómo crecía. El gen de la actuación viene de su abuela Ámbar La Fox, pasó por su madre y ella lo recibió gustosamente siendo muy chiquita. Más de la mitad de su vida la pasó arriba de las tablas o frente a una cámara. Hoy trata de combinar su trabajo con la crianza de su hijo Toribio. Estar presente la mayor cantidad de tiempo es su meta, y las cosas le están funcionando de maravillas por ahora. Juana es una de las actrices de Derechas, la exitosa obra de José María Muscari, que ahora se mudó a la costa para hacer temporada.
¿De dónde creés que te nació esa pulsión que tenías por el mundo del espectáculo desde tan chica? ¿Tu abuela, tu mamá, tu papá?
Recuerdo que, cuando tenía cuatro años, mi mamá comenzó a hacer Reina en Colores porque quería hacer algo que le permitiera compartir tiempo y lugar conmigo. No quería hacer, por ejemplo, teatro a la noche e irse y tener que dejarme. Eso fue alucinante. Además, el programa fue furor en todo el país y ella era como la reina de los niños y yo la tenía sola para mí en casa. Yo iba al programa y estaba metida en el medio de eso con lo que todos los niños del país estaban fanatizados.
¿Te gustaba estar en ese mundo?
Amaba eso, y quería participar en todos los videoclips que hacía mi mamá y estar en el programa y quería, quería, quería… Fui creciendo, seguía interesada, comencé a estudiar teatro a los seis años, estaba muy enfocada. Al mismo tiempo, comenzaron a surgir en la televisión todos estos programas para chicos más tirando a novelas, como Chiquititas. Moría por estar en uno de estos proyectos, pero mis viejos me decían que tenía que terminar el colegio y que, mientras tanto, me siguiera preparando. Yo lloraba, incluso les escribía cartas preguntándoles por qué no me dejaban actuar. Y más ellos, que se dedicaban a eso. Todo un dramón. Algo de efecto tuvo: cuando tenía 12, años me dijeron que a los 15 me iban a dejar que comience a probar. Cuando cumplí esa edad, automáticamente me fui a un casting y, por suerte, quedé. Así hice mi primera novela, que fue Frecuencia 04, por Telefe, y ahí arranqué y, gracias a Dios, nunca más paré de laburar.
«Desde que tengo uso de razón tuve deseos de ser madre»
¿Te pesó en algún momento tu apellido o supiste cómo utilizarlo?
No, la verdad que no. Creo que, si bien hay una puerta muy difícil de abrir que es la de entrar al medio y uno ya la tiene abierta de entrada, hay muchas que vienen después que tenés que seguir abriendo. Al tener abierta esa primera “gratis”, por llamarlo de alguna manera, las demás cuestan el doble que para alguien que se haya abierto la primera con el camino tradicional. Las demás puertas para esa persona se abren solas. Cualquiera que no fuera conocido por ser el hijo de alguien y la pega con un laburo después sigue trabajando normalmente. Los que entramos por la puerta más “fácil”, después se te hace más complicado porque no se sabe qué tan buen actor sos, o si estás ahí sólo por ser el hijo o el amigo de alguien del medio. Tenés que estar todo el tiempo demostrando por qué llegaste ahí.
Cuando recién comenzabas en este medio, en las entrevistas que dabas ya declarabas que querías convertirte en madre y formar una gran familia.
¿Viste? Siempre fue así. Desde que tengo uso de razón tuve deseos de ser madre. No sé de dónde vendrá, si será legado de alguien de mi familia. Me parece que lo tengo innato. Siempre fue mi gran deseo, siempre me visualicé madre, siempre me ocupé de los bebés que había cerca de mí dando vueltas.
Juana siempre declaró que una de sus metas era formar una familia. De hecho, a los 19 años, perdió un embarazo que era buscado, fruto de un gran amor. Después de un período en que tuvo que encontrar nuevamente su rumbo, volvió fortalecida y decidida a no darse por vencida. Cuando estuvo plena y sana, comenzó a averiguar sobre los procedimientos para realizarse una fertilización asistida y, al tercer intento, quedó embarazada de quien en principio iba a llamarse Ramón. El cambio de nombre por Toribio se debió a que Juana se dio cuenta, en el curso de preparto, de que varias mamás iban a bautizar a sus hijos con ese nombre. Así, el 12 de agosto de 2016, nació “Toro” o “Torito”, como ya lo llamaban sus padres y hermanos de la actriz cuando aún estaba en la panza.
Se armó mucha polémica cuando declaraste que ibas a tener un hijo sola. Y ahora, pasado bastante tiempo, te convertiste en una referente de la maternidad, incluso tenés la página web Mammaminas, dedicada al tema, que es todo un éxito.
Por suerte, no sentí tan fuerte la polémica por mi decisión de ser madre soltera. Desde que conté lo que quería hacer, muy inocente e inconscientemente, nunca me imaginé que iba a generar el revuelo que generó; no negativa, sino positivamente. Creo que mucha gente abrió su cabeza, muchas mujeres lo aceptaron y se animaron a hacerlo ellas; y otras que lo habían hecho se animaron a visibilizarlo. Mucha gente famosa se animó después de mí también. Ahora hay como cuatro o cinco niños de la “farándula” con familia monoparental. Parecía un tema tabú y que la gente no se atrevía ni a pensarlo. Soy mucho más consciente de esa parte positiva que de lo que se juzgó. Además, el embarazo era como una incógnita, ya que una vez que nació mi hijo y la gente pudo ver que es feliz, está bien y es “normal”, se dejaron de lado los prejuicios.