Después de una larga carrera en radio, llegó el momento en la televisión de aire, y lo aprovecha a pleno. Familiero y consciente de su rol como entretenedor, repasa por las páginas de Convivimos 308 su pasado, presente y futuro.
«No hay una escuela que te enseñe, tenés que andar»
Una banda provista de sartenes, tubos de plástico y demás instrumentos armados por una especie de lutier cartonero, un elenco amplio de personajes fuera de lo común que entran en acción y salen de escena permanentemente, una kermés con juegos que son tan divertidos de practicar como de ver, manoplas gigantes que aplastan a participantes que contestan mal tres preguntas, destrezas físicas con pesas o en una pileta. En el medio de todo, el “Chino” Leandro Leunis organizando todo, dando juego a uno y otro lado como un cinco a lo Fernando Redondo (o Gago, o Sergio Busquets, para los más contemporáneos).
“Es como ser muchos a la vez. Uno está pensando qué hora es, cuánto falta para que termine el programa, si va a entrar lo que tenemos, escucho al productor ejecutivo que me sugiere o indica cosas por cucaracha, y mi cerebro decide si hace caso o no; mientras tanto, tengo un humorista al lado al que le tengo que dar pie… Todo va pasando en mi cabeza y son segundos. Cuando empecé este programa el año pasado, no tenía ni una hora de televisión en vivo, y ahora habré sumado más de seiscientas. Es importante, porque eso genera un crecimiento. Confiaba en que iba a suceder, uno inevitablemente aprende estando en una situación así. No hay una escuela que te enseñe, tenés que andar. Tenía mucha expectativa e ilusión de hacerlo, y me siento muy bendecido. Estoy muy feliz”, afirma.
«Creo que mi lado de radio se manifiesta también en la tele»
Cuando arrancaste, ¿qué imaginabas para tu carrera?
En esta carrera las experiencias van apareciendo y uno elige. Lo deportivo fue algo circunstancial. No es que yo haga cualquier cosa, de hecho, soy un convencido de que decir que no abre otras puertas. No creo que el tren pase solamente una vez. Yo llegué a relatar partidos en una radio, en una pasantía, y me gustaba. Lo radial me queda, lo hice diez años. La estética auditiva me resulta muy interesante, y creo que mi lado de radio se manifiesta también en la tele.
Después de una década, sin embargo, dejaste la radio.
Hace dos años. Y eso sí me parece que fue en otra vida, no me acuerdo cómo hacía con todo. Durante el primer año de Escape perfecto, yo seguía con la radio. Me iba a la mañana de mi casa al canal, salía a las siete de la tarde y a las ocho comenzaba el programa de radio, hasta las doce de la noche. Estaba quemado, pero no quería dejar, porque recién había comenzado en la tele. Cuando tomé la decisión, no fue difícil.
¿Esperaste a asentarte?
Sí, pasó más de un año en la tele y un día me acerqué al gerente de la radio. Me vio venir y me dijo “Te vas, ¿no?”. La verdad que estaba muy cansado y sentía que debía irme. Al programa le iba muy bien, pero quise darles prioridad a otras cosas: yo prácticamente no había cenado en mi casa desde que comenzó mi matrimonio, porque a la noche trabajaba en la radio. Tenía que aflojar un poco y disfrutar. Hoy hay algo adentro de mí que tendría que analizar con más profundidad, pero es como que tengo una negación con la radio. Cuento con propuestas, pero no hay ningún horario de ninguna radio del mundo que me haga pensar “Qué lindo hacer eso”, que es lo que me pasaba cuando veía programas de entretenimiento de Telefé.
Una de sus grandes pasiones, que lo acompañó toda la vida y también es parte de la vida de su padre y su abuelo, es Racing. Desde hace un tiempo, impulsado también por las oportunidades que le brinda su mayor exposición pública, se metió de lleno a colaborar con el club de sus amores, al que alguna vez definió como “un hermano”. “Con mi viejo vamos siempre a la cancha. Yo hoy estoy muy metido en la vida del club, he conseguido tener muy buena relación con los que lo manejan. Me da pudor decirlo, pero tengo un vínculo cercano con Diego Milito, que siempre fue un ídolo. Estoy empezando a meterme también en una comisión de comunicación que se armó. Siempre estoy atento a lo que haga falta y a lo que pueda hacer para ayudar. Si me necesitan para conducir eventos, voy y lo hago gratis, porque es mi manera de darle algo al club. Como comunicador, trato de hacer lo que me gustaría que los demás hicieran: pago mi abono, soy socio, compro la ropa en el local oficial del club. Me hace muy feliz”, confiesa.
Tx: Juan Martínez
Ph: Nicolás Pérez