En un mano a mano con Editorial Acción, para Ahora Más 42, el arquero de Huracán nos contó cómo es la vida debajo de los tres palos y nos abrió la puerta de su casa para conocer a su familia.
Apenas cruzamos la puerta, aparece corriendo un perro de raza Terranova, color negro, gigante, y nos intimida por su tamaño. ¨Quédense tranquilos que es más bueno que un caniche¨, dice Marcos a Ahora Más. Pero todos sabemos que un caniche pesa tres o cuatro kilos, contra los 70 del terranova. No le creemos, pero tomamos asiento, ya que vemos a su hijo Bautista jugar en el piso con el perro, como un verdadero compinche. Al instante, el niño prende la consola de juegos, elige el de fútbol y pone a Huracán en cancha, el equipo donde su padre es una de las figuras e ídolos más importantes de los últimos años.
¿Es raro para tu hijo verte en el videojuego o en un partido por televisión?
Por suerte, tengo una familia muy futbolera, que me acompaña mucho. Mi esposa es periodista deportiva, y entiende el juego. A Bauti le gusta mucho ir conmigo a entrenar y también venir a ver los partidos. Cuando no estudia, no se pierde nada. Ellos son mi vida y tratamos de compartir todo.
«Los arqueros somos brutos físicamente, pero nosotros debemos mandar en el área»
¿Qué tiene Santa Fe para ser un permanente generador de buenos jugadores?
Tradición de potrero. Es eso. En Santa Fe tenés muchas canchas y las ligas están repletas de buenos jugadores. Lo fundamental es saber formar a esos chicos que quieren llegar a esto. Hay que acompañarlos y contenerlos. En mi caso, Colón supo formarme y yo soy lo que soy gracias a Colón. Siempre les estaré agradecido.
Hay una frase que dice ¨El fútbol siempre da revancha¨. ¿En tu caso se cumplió?
Claro que sí. Cuando yo debuté en Huracán, fue porque era suplente, y el titular, que era Diego Pozo, se enfermó. Entré en el partido contra Ferro y, a los pocos minutos, me lesioné. Mirá cómo son las cosas que después vuelvo al arco de Huracán, también contra Ferro, y tengo una buena actuación. Eso es revancha. También cuando nos jugamos el ascenso me había comido un gol, pero me pude recuperar rápidamente y, a los tres días, tuve revancha logrando un título. Con este equipo logramos el ascenso y dos trofeos en cuatro meses. Y eso es inolvidable.
Y hay otra que dice ¨nunca te pelees con un arquero¨…
Pero claro. El puesto de arquero, como te dije, es para locos y valientes. Somos brutos físicamente, pero nosotros debemos mandar en el área. Hay que salir a romper la jugada porque ese es nuestro dominio. Yo nunca me pelearía con un arquero (risas).